El artista del veneno by Jonathan Moore

El artista del veneno by Jonathan Moore

autor:Jonathan Moore
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
publicado: 2017-06-11T22:00:00+00:00


Cuando regresó a su casa, dejó la compra a un lado y después cogió los cuadros de Bridget, los llevó al dormitorio y los dejó apoyados en la pared interior del armario de Bridget, que estaba vacío. Como si al meterlos ahí pudiera bloquear el acceso a esa parte de su corazón. Después se fue a la cocina, descorchó un Sauvignon Blanc del valle del Loira, se sirvió una copa y dejó la botella sobre la encimera sin ponerle el tapón. No tardaría en necesitarla otra vez.

Se agachó y abrió un armarito para sacar un par de tablas de cortar de madera de arce y una olla sopera. Emmeline quería verle cocinar, y podría hartarse a hacerlo cuando Caleb llegara allí a medianoche. Pero antes quería preparar un caldo y dejarlo reducir, para así ahorrar tiempo después. Picó, sin demasiado refinamiento, unas zanahorias, apio, chalotas y una cebolla. Había comprado dieciocho ostras vivas en el supermercado, las examinó y eligió seis para el caldo, las otras las reservó para más tarde. Abrió las ostras encima de la olla para que absorbiera tanto su carne como su jugo. Después añadió las hortalizas, echó un puñado de hojas de laurel y granos de pimienta, y lo regó todo con una taza de vino blanco y una pizca de agua fría.

Mientras hervía el caldo, Caleb limpió las tablas y los cuchillos que había utilizado, después se asomó a la ventana con la copa de vino, observando la niebla incandescente que se extendía a los pies de la colina, las nubes bajas iluminadas desde abajo por luces proyectadas desde lugares que Caleb no pudo identificar. Debía de haber farolas ahí abajo, y luces de Navidad parpadeando en las fachadas de los adosados. Ventanas iluminadas por la luz de las reuniones familiares, con los salones repletos de invitados. Pero todo aquello estaba oculto. Caleb solo vio un difuso resplandor grisáceo.

«Mañana es Nochebuena», pensó.

Bridget iría a la catedral Grace justo antes de medianoche. Si las cosas hubieran ido de otra manera esa semana, él la habría acompañado. Habría sido el primer oficio al que asistiría en ese templo. Si hubieran participado en la ceremonia de las velas, Caleb habría observado cómo se extiende la llama de una mecha a otra desde la parte delantera de la catedral, hasta que Bridget hubiera encendido su vela con la llama de la persona que tuviera al lado, antes de darse la vuelta hacia él. Ofreciéndole, como siempre, su luz y su calor. Y entonces Caleb le habría agarrado la mano derecha con su mano izquierda, mientras los cirios blancos derraman cera caliente sobre las cazoletas de papel y las llamas se contonean entre los cánticos de la congregación. De vuelta en casa, habrían escuchado las campanadas de medianoche durante la mayor parte del camino por Nob Hill, habrían sentido en la base del estómago las vibraciones producidas por aquellas campanas de bronce al pasar por delante de cada iglesia.

Caleb no sabía cómo acercarse a Bridget, ni siquiera en sus pensamientos.



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